AL MONASTERIO DE SAN PEDRO CARDEÑA

En nuestra segunda salida veraniega, los chicos deciden hacer la ruta superpipera del Monasterio San Pedro Cardeña, pero al revés. Es domingo y nos hace un día perfecto para lo que tenemos pensado hacer. En la plaza de los Alfareros quedamos los mismos que salimos el día anterior. Nos ponemos a dar pedales por el bulevar, dirección la Fuente del Prior. Seguimos hasta  llegar a Fuentes Blancas, donde cogemos el camino que hay al final, con la intención de ir a buscar el túnel que nos cruzará la autopista. La subida que hay antes del túnel está encharcada, y es donde un servidor estrena por primera vez los pedales automáticos y me doy una buena culetada en medio del charco. Quise sacar el pie y el pie no salió del pedal. He pagado mi primera novatada con los pedales.

Una vez agrupados, y la autopista ya cruzada, subimos para ir a buscar la ruta del Cid. Al grupo se le ve con soltura y alegría de pedaleo, hasta que viene la subida que nos conducirá a la carretera que lleva al monasterio. Vamos formando grupos en la ascensión y nos vamos reagrupando en los descansillos que tiene el camino. Al llegar a la parte mas elevada hablamos con los chicos de cómo vamos a cruzar la carretera y realizar el descenso hasta el monasterio. 

Me pongo en cabeza del grupo y a mitad de la bajada localizo una senda a la izquierda. Paramos, y hablando con Jesús, comentamos que quizas sea el camino que nos dijo Álvaro cuando hicimos la ruta por primera vez. Sin llegar al monasterio decidimos ir por este nuevo camino. Nos ponemos en fila de a uno, ya que el camino es estrecho y muy bonito, con mucha vegetación y sombrío.

Llega una bajada con algunos pedruscos en medio donde hemos de tomar precauciones para evitar caídas. Los chicos se lo están pasando pipa. A medida que avanzamos vamos teniendo claro a dónde nos lleva el sendero. Y sí, nos lleva a donde nosotros pensábamos en un principio: a la rampa que va a Castrillo del Val.

De nuestra famosa rampa seguimos ruta adelante para volver a cruzar la autopista a la altura del peaje, hasta llegar de nuevo a la zona de Fuentes Blancas y coger el carril bici que nos llevará a casa. A la altura de la autovía decidimos separarnos: Jesús y Miguel se van por el bulevar y el resto seguimos por el río.

La ruta valió la pena por el día que nos hizo, por la compañía que llevábamos y por los 28 quilometrillos que nos dimos sin darnos cuenta. ¡Qué maravilla, y mañana más!